Los medios de
comunicación, no solo deben informar y educar, también son un mecanismo
contralor de las actuaciones de los gobiernos y para ello deben existir
garantías de acceso a la información pública.
Sin embargo, hay que reconocer que en el camino surgen desviaciones que
afectan no solo la credibilidad de los medios sino a la democracia misma.
Juan Benavides
Delgado, Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, en su trabajo “Los
medios de comunicación en la actual coyuntura. La necesidad de rectificar”,
destaca que los medios hace 3 décadas tenían
“una forma muy clara y específica de definirse y representarse y lo
hacían a través de conceptos como el de neutralidad, independencia o el de ser
simples canales de distribución de la información”. Añade además que hoy día no
cabe hablar de neutralidad ni independencia porque todo depende de la
interacción que dichos medios establezcan con otras organizaciones.
Hay una realidad
incuestionable, los medios dentro del contexto actual, han desarrollado un
conjunto de relaciones de tipo política
o económica, que afectan la credibilidad y transparencia. Sin embargo, no puede
plantearse la tesis de la neutralidad, imparcialidad u objetividad como
condición obligatoria en el manejo periodístico y noticioso, esto porque el ser
humano no es objetivo por naturaleza, posee sentimientos, afectos políticos y
sociales entre otros.
Señala Benavides
la neutralidad e independencia, es decir, el mismo modelo que rigió el ejercicio periodístico hasta
hace poco y denominado paradigma de la responsabilidad social, desarrollado en
Estados Unidos a finales de la década de los 50 y entrado los 60 luego del
fenecimiento del modelo liberal preponderante en el siglo XIX.
Aquel modelo
reivindicaba la independencia frente a los gobiernos, la separación de la
publicidad de la información y la opinión de las noticias. Pregonaba la
objetividad, imparcialidad y veracidad
como elemento fundamental. Según este criterio, al público hay que servirle
hechos puros, sin que en la noticia aparezca ningún elemento obtenido de la
opinión, pareceres o sentimientos del periodista.
El ser humano no
es una máquina, por ende el periodista no puede ser objetivo, ni imparcial, en
todo caso está obligado a ser
equilibrado. En la sociedad contemporánea en la que vivimos, el lector, público
o usuario exige no la simple narración fría de un suceso, sino requiere ayuda
para interpretarlo y entender los hechos, esa es la labor del periodista.
En una conferencia dictada en Caracas por el periodista Daniel Santoro, organizada
en el año 2008 por el Programa para el fortalecimiento del Periodismo del
Centro Carter en Venezuela, hace referencia a una entrevista efectuada a Ryszard Kapuscinski por el Comunicador argentino Horacio Verbitsky. Según el
comunicador Polaco hay una farsa interpretación de la objetividad, ya que esta
fue creada de otra raíz que establecía que el periodismo tenía que ser
objetivo frente a los poderes judiciales y ejecutivos, pero nunca se pensó en
la objetividad frente a la injusticia, en la objetividad frente a los males de
la sociedad, frente a las dictaduras o la tortura, eso era inhumano y entonces
el término no era aplicable en dichas situaciones.
¿Cómo ser
objetivo o imparcial frente al atropello del estado? ¿Objetivo frente a violaciones de los derechos humanos? En
definitiva es discutible el planteamiento
sobre la neutralidad como el deber ser de los medios.
Con relación al
análisis de Benavides sobre los recursos usados por los medios, legitimidad,
transparencia y juego de lenguaje para transmitir la información, debemos
señalar que la función periodística va más allá de la búsqueda, procesamiento y
difusión de la información. Hay una responsabilidad pública porque el
periodismo está investido del poder que da la información, como de su capacidad
para promover el ejercicio de la ciudadanía. La noticia como género comparte
con la educación la función de difusión y consolidación de valores, tradiciones
y cultura.
Cuando los
medios difunden unos hechos y desechan otros de acuerdo a criterios noticiosos
y prominencia social, el periodismo está asumiendo una función delegada por el
colectivo social, por lo que ofrecen el hoy, el presente en informaciones que
alimentan la agenda pública. Si bien los medios son formadores de opinión
pública, también son formados por esta, lo cual implica una interrelación entre
medios, estado, políticos y ciudadanía.
Al señalar la
función delegada por la sociedad, me refiero a que esta ha otorgado a los
medios la función de buscar y enviarle información de distintos aspectos:
económicos, sociales, políticos, que individualmente serían de difícil
obtención.
Los valores y
principios que guiaron al periodismo en las últimas 3 décadas del siglo pasado
atraviesan un proceso de revisión. La
aparición de la web ha generado una difusión y divulgación de conocimiento,
información y entretenimiento nunca visto. La circulación noticiosa o
informativa encuentra un nicho importante en los blogs y redes sociales y los
medios de comunicación tradicionales han perdido el monopolio de la
información.
Los propios usuarios son generadores de
contenido, ya el lector o las anteriormente llamadas audiencias responden,
participan, rehacen y comparten la información, lo que contrasta con el viejo
periodismo donde el destinario del mensaje era pasivo, sin poder expresarse
ante esos medios. Esto de alguna manera
obliga a una reingeniería del proceso comunicacional y el manejo de los mass
media.
Según Humanes y Ortega (2000:53), los medios,
inmersos en la actividad comercial y de espectacularización noticiosa,
particularmente los medios radioeléctricos, han transformado el escenario
público “en una esfera en la que lo público se ha apropiado de la notoriedad
mediática puesta al servicio de intereses privados”
Este argumento
coincide en gran parte con los planteamientos de Benavides, en todo caso es una
visión crítica de los medios, donde destaca que la transparencia y equilibrio
se ven comprometidos por los intereses particulares de algunos sectores.
La afirmación de
Humanes y Ortega es delicada, porque
supone el abandono de la ética profesional en el ejercicio periodístico y
plegarse a lo que algunos teóricos han llamado “infoentretenimiento”, que no es
otra cosa que la generación de nuevas
expectativas (dentro de un contexto de trivialización de la información) para
amplios sectores de la población, según Martini (2000:20), caracterizados por
escasa credibilidad en las instituciones y que además atraviesan problemas
sociales graves como el desempleo, carencia de viviendas salubres, inseguridad,
entre otros.
En medio de la
crisis política e institucional, los medios corren el riesgo de direccionarse
hacia estereotipos de la vida pública, así como a desempeñar papeles que no
corresponden, como por ejemplo pasar a formar parte de la actoría política, lo
que también implica un peligro para el sostenimiento de las democracias.
A pesar de
las razonadas críticas hacia los
medios, la información vía Mass Media está unida a la transmisión de la cultura
y el conocimiento, además que es factor fundamental en el levantamiento del
muro de los valores democráticos. Por
ello el periodismo como profesión dedicada al manejo y difusión informativa es
un actor primordial en el ejercicio del derecho a la información.
El periodista colombiano
Javier Darío Restrepo (1995), coincide con
Benavides cuando señala a los medios como servicio público. En el caso
de Restrepo este indica que esa adopción es necesaria para evitar que la política partidista conlleve en mercadotecnia
electoral y se le restituya al debate político la dignidad que éste debería
tener en las sociedades democráticas. Benavides lo analiza desde la perspectiva
de “espacios para la comunicación que se desenvuelve y contribuye a construir
interactivamente espacios para la comunicación entre personas, instituciones y
empresas”.
Un elemento
importante es el proceso educativo, específicamente las universidades. Debe
surgir una transformación en las aulas que garantice un espíritu crítico, así
como con una visión comprometida con el quehacer diario del ciudadano. No solo
es la capacitación en el área profesional, no es profesionalización
tecnológica, se trata de preparar
ciudadanía para el cambio, la convicción en la democracia como sistema de
gobierno.
Lo que está
amenazado no son los partidos políticos sino la democracia misma. Hay que darle
prioridad a la educación, enseñar a pensar” (Pasquali, 1995:83)
Se hace
necesaria una rectificación de los medios, pero para lograrlo se requiere la
participación activa del periodista, para recuperar el prestigio y la
credibilidad de los medios de comunicación. Para ello es necesario retomar la
bandera de la búsqueda de la verdad, la pluralidad y la clara convicción de que
la primera obligación del comunicador es con la sociedad y no con los dueños de
los medios, ni empresas o gobiernos.
alfredoed@gmail.com
edgar.cardenas@redigitaltv.net
twiter: @edgarcardenasp
Referencias
Humanes, María
Luisa y Ortega, Félix (2000. Algo más que
periodistas. Sociología de una profesión. Barcelona: Editorial Ariel.
Martini,Stella(2000).
Periodismo, noticia y noticiabilidad.
Colombia:Editorial Norma
Pasquali,Antonio(1995)
El Caso Italia. En Impacto de los
medios de Comunicación Social en los procesos políticos.Caracas. Fundación
Konrad Adenauer y ODCA.
Restrepo, Javier
Darío (1995). El Caso Colombia. En
Impacto de los medios de Comunicación Social en los procesos políticos.
Caracas. Fundación Konrad Adenauer y ODCA.